domingo, diciembre 2

Editorial

Escribir de cultura es ya una cuestión repetitiva en distintos blogs y medios en línea. Y es que ella tiene tanto que decir que ha sabido ganarse un espacio entre las masas. Desde ahí, muchos adictos del buen arte han batallado para reformular los estatutos sociales restituyéndole a “todo cuanto hace el hombre” la admiración y el reconocimiento que se merece.

Porque hay veces en que la gente pide más y las razones son simples: la televisión y la prensa no han sabido cumplirle a todos. Es por eso que se abre una nueva ventana en el mundo de la segmentación y las minorías; no puede considerarse exceso.


Santiago se expande y con él las expresiones humanas de vida, de sueños, de muerte y de la gran cantidad de conceptos amoldables por las mentes dinámicas que gozan observando y transmitiendo emociones. Al juntar todo se reproducen los maravillosos modos de coexistir en comunidad.

Sabemos que es una ardua tarea, tanto porque se trata de convivir con una sustancia variada y compleja, la inspiración humana convertida en arte, y porque buscamos el detalle que pueda contribuir al asombro, a la duda, a la aclaración de eventos y de personas en particular.

La calle es alimento, el teatro, el sudor, las letras, las cámaras, las formas son dimensiones acariciables con tinta virtual y esperamos que se acuñen en un espacio de su compleja red de datos y se apoderen, al menos en parte, de su libertad de pensar.


Adoquín.-

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